miércoles, 10 de abril de 2019

9-4-2019

Ahora que los recuerdos vuelven, las sensaciones se agolpan. la semejanza de los sucesos en el tiempo brillan en una suerte de repetición que parece no tener fin. 

Atraemos los sucesos a nuestra vida, repitiendo los patrones. Como una broma del destino, un camino pautado que parece intentar revelar una gran verdad, una verdad escondida, oculta, agazapada en las sombras. 

Incomprensible excepto para el arquitecto divino, el cual mueve y manipula a nuestro alrededor. Tejiendo los hilos, dejando pistas de nuestro verdadero camino. Como un navegante siguiendo las estrellas del cielo, buscando su hogar, su tesoro.

En ocasiones parezco alumbrar una verdad entre todas las demás, que cuando percibo su presencia se agita y esconde a un más si cabe en el océano de lo desconocido.

Nos movemos manipulados, pensando lo gracioso del destino, reiterando trabas y comportamientos, sin llegar a saber que nosotros somos fruto de la divinidad, sin saber que con el simple conocimiento podemos cambiar los hechos y los actos en nuestra historia. Recuerden que nada está escrito, pues solo los hombres necesitan de la escritura, más no somos hombres sino dioses en potencia, la chispa de la divinidad.

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